Hanï, Karamelli y la puerta mágica
Puede que Hanï sea el reno más pequeño del Polo Norte, y Karamelli, la más tímida, ¡pero son los mejores amigos!
Los pequeños renos pasan mucho tiempo juntos. Juegan y exploran la aldea de Santa. Sin embargo, comenzaron a quedarse sin lugares para explorar y, por eso, necesitan nuevas diversiones.
¿Pero qué puede ser más divertido que la aldea de Santa? ¡El mundo al que viajan los duendes bienhechores todo el tiempo! Hanï y Karamelli saben que los duendes atraviesan una puerta mágica para ir y volver de la aldea... ¡y quizás ellos también puedan usarla!
Y es así que los pequeños renos idean un plan: escabullirse en el taller y buscar la forma de atravesar la puerta mágica. ¡Seguramente, tendrán una aventura maravillosa adonde sea que vayan!
Una noche, cuando ya era tarde y los artedores habían terminado de trabajar, Hanï y Karamelli se escabulleron en el taller. Estaba oscuro, pero se abrieron camino entre las salas hasta que encontraron la puerta mágica. ¡Por suerte, todavía funcionaba!
Hanï saltó al panel de control y olfateó el lugar; intentaba descifrar cómo hacer que la puerta funcione, mientras Karamelli lo esperaba cerca con nervios. Después de haberle dado golpecitos a los controles unas cuantas veces con su hocico, la puerta se encendió de repente. ¡Parece que funcionó!
Emocionados y un poco nerviosos, los dos renos saltaron por la puerta mágica antes de que alguien se diera cuenta.
¿Dónde terminaron? Cuando los dos pequeños renos salieron de la puerta mágica, no sabían bien dónde estaban. Al parecer, estaban en un lugar lleno de paja: ¡era un granero!
Del otro lado del granero, un gran animal blanco con grandes manchas negras se acercó para saludarlos. Los dos pequeños renos nunca habían visto un animal así. Su aspecto era similar al de un reno a colores, pero más grande y con unos extraños cuernos pequeños. «Hola, ¿de dónde vienen?».
«Somos del Polo Norte. ¿Tú también eres un reno? ¿Por qué tus cuernos son tan pequeños?». Preguntó Hanï mientras olfateaba al extraño animal negro y blanco.
Se rio con alegría y sacudió la cabeza. «No, pequeñín, soy una vaca. Me llamo Bessy y mis cuernos son normales para los de mi especie. ¿No hay vacas en tu tierra?».
Karamelli movió la cabeza detrás de Hanï, la presencia de un animal desconocido la hacía sentir un poco tímida. Hanï los presentó y le contó a Bessy cómo llegaron hasta allí.
Pasaron toda la tarde jugando en la granja y conocieron al resto de los animales. ¡Conocieron patos y cabras, pollos y cerdos! ¡Tenían muchos amigos nuevos con los que hablar! Después de un rato, Karamelli empezó a sentirse más cómoda y a divertirse.
Aunque, de repente, se dieron cuenta de que no sabían cómo iban a volver a casa. Karamelli empezó a ponerse nerviosa otra vez. «Hanï, extraño nuestro hogar. ¿Cómo vamos a volver?».
«Eh... No estoy seguro». En ese momento, el pequeño reno se dio cuenta de que no pensaron bien las cosas. No sabían cómo abrir la puerta desde ese lado... ¿Y si no podían volver a casa?
Bessy puso mucho esfuerzo para intentar contenerlos. «Tranquilos, pequeños, no dudo que encontrarán el camino de vuelta a casa tarde o temprano. Hasta entonces, pueden quedarse aquí».
Hanï y Karamelli empezaron a sentirse mejor cuando, de repente, escucharon un grito.
«¡Oigan, ustedes dos!». ¡Todos los animales se dieron vuelta y vieron a un duende que salía del granero! «Hanï, Karamelli, ¿están bien? ¡Vi que cruzaron la puerta mágica, pero no pude saber en dónde habían terminado hasta ahora!».
Los dos pequeños renos se sintieron muy aliviados al ver al duende, ¡ya podían regresar a su hogar! Tenían muchas historias para compartir en su camino de regreso al Polo Norte. Fue genial conocer amigos nuevos, ¡pero estaban muy ansiosos por volver a casa! La próxima vez que quieran vivir una aventura, se asegurarán de pedirle a alguien que los acompañe.
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