El ratón come libros (Parte 2 de 2)
Luego de un rápido desayuno, Lanky y Tibö se fueron hacia la biblioteca de Santa, donde Gordot había estado esperándolos impaciente.
“¡El gato atrapó al ratón!”, dijo Gordot. “Lo puse en una jaula. Estaba muerta de miedo pobrecito.”
Los tres elfos caminaron hacia una jaula pequeña que estaba siendo vigilada por el gato negro, quien parecía estar muy orgulloso. Tibö le agradeció y le prometió una comida especial de pescado crudo.
“¿Así que tú eres el que ha estado mordisqueando los libros de los niños?” Lanky le preguntó al ratón. “¿Esto es algo nuevo en la aldea de Santa? ¿Ahora comen papel?”
Luciendo culpable, el ratón parecía petrificado. El ratón comenzó a chillar.
“Parece que estuviera tratando de hablarnos”, dijo Tibö, “pero no entiendo nada de lo que dice.”
“Llevémoslo donde están los elfos Holhooja”, dijo Lanky. “Ellos saben cómo comunicarse con animales. Ellos van a entender lo que está intentando decirnos.”
Lanky y Tibö llevaron el ratón donde estaba un viejo elfo Holhooja, quien estaba muy ocupado alimentando los renos en el granero. Le contaron de la situación de la biblioteca. El Viejo elfo fue a una esquina del granero para tener una charla en privado con el ratón. Un momento después, volvió donde estaban ellos.
“Pensaste que tenías una situación ratona”, explicó el viejo elfo sonriendo. “Pero en vez parece que tienen una situación de elfos.”
“¿A qué te refieres?”, preguntó Lanky.
“Deberías decirle al elfo Gordot que deje de comer las galletitas de Navidad de la Sra.
Claus durante su turno”, dijo el viejo elfo. “Desparrama migajas dulces en todos los libros con los dedos, haciéndolos irresistibles para el ratón. Quiere que sepan que lamenta mucho el daño que causó.”
“¡Sabía que Gordot tenía algo que ver con esto!”, exclamó Lanky. “Dile al ratón que tiene que quedarse en el granero de ahora en más, no está permitido entrar a la biblioteca de nuevo.”
Lanky y Tibö le agradecieron al viejo elfo y se fueron a ver a Gordot, quien estaba desayunando antes de irse a dormir por el resto del día. Lanky le reprochó:
“¡Estás muy consciente que está prohibido comer en la biblioteca! Los libros de los niños son muy importantes. Deben ser tratados con cuidado.”
“Pero el azúcar me ayuda a mantenerme despierto durante esos turnos largos y solidarios en la noche”, chilló Gordot.
“Entonces no trabajarás más solo en la noche”, dijo Lanky. “Voy a pedirle a otro elfo que trabaje contigo en el turno y si necesitas un descanso para comer, tendrás que salir de la biblioteca.”
“Lo prometo”, contestó Gordot muy tristemente. “También voy a ayudar a arreglar los libros que fueron comidos por el ratón.”
Gordot mantuvo su promesa. Nunca comió galletitas mientras trabajaba. Algunas veces durante el turno de la noche, él y su compañero veían una silueta de un gato negro mirando sobre los estantes de la biblioteca de Santa.