El pequeño reno

Jalar el trineo de Santa es un gran honor para un reno. Cada año, los duendes Holhooja realizan una serie de eventos para elegir al reno suertudo quien será parte del equipo de Santa. Los animales deben ser rápidos y no temerle al trabajo duro. Algunos son tan talentosos que terminan siendo seleccionados por muchos años seguidos.

Este era el caso de Laust, un joven reno quien había sido seleccionado por tercera vez para ser parte del equipo de Nochebuena de Santa. Aunque Laust era más pequeño que los otros renos, el tenía un talento especial: su sensible nariz que era capaz de percibir cambios climáticos y tormentas. Esta habilidad le permitía a Santa ajustar el curso de su vuelo alrededor del mundo sin retrasarse en el reparto de regalos. ¡Laus estaba orgulloso de su talento tan original y se tomaba sus responsabilidades muy seriamente!

En la mañana de 24 de diciembre, Laust se llevó una mala sorpresa: despertó con un fuerte resfrío. ¡Achú! ¡Achú! No podía parar de estornudar y sus ojos estaban llorosos. ¡Pobre pequeño Laust estaba muy angustiado! ¿Cómo iba a poder predecir el clima con la nariz tapada?

Como no quería perder su puesto en el equipo del trineo de Santa, Laust fue a ver a Malta, un reno que vivía en su granero y le pidió su consejo. El apodo de Malta era “la bailarina” porque sus zapatos eran tan delicados que siempre parecía que estaba en punta de pie. Aunque podía lucir frágil, era muy fuerte y saludable.

“Pobre Laust” le dijo al reno resfriado. “Yo nunca me enfermo, así que honestamente no sé qué aconsejarte. ¿Quizás podrías encontrar una forma para sudar lo más que puedas y expulsar el virus fuera de tu cuerpo?”

Laust decidió probar la sugerencia de Malta. Se cubrió el lomo con tres mantas muy gruesas y se acercó
lo más que pudo a la estufa donde ardía un fuego intenso. Pronto el pequeño reno comenzó a sentir mucho calor y grandes gotas de sudor humedecieron su pelaje. ¡Achú! ¡Achú! Laust no se estaba sintiendo nada mejor y comenzó a estornudar de nuevo. La sugerencia de Malta no funcionó.

Laust muy preocupado decidió hablar con su amigo Kaino, un joven reno quien también había sido elegido para jalar el trineo de Santa.

“Me pone muy triste que tengas un resfrío”, dijo Kaino. “Estaba muy entusiasmado en volar alrededor del mundo contigo”.

“Me tienes que ayudar a encontrar una solución” dijo Laust. “De verdad quiero ayudar a Santa a entregar los regalos esta noche”.

“¿Y si intentas enjuagarte el hocico con agua salada?” sugirió Kaino. “Quizás eso te descongestione la nariz”.

Laust probó lo que su amigo le sugirió. Calentó agua con sal en una tetera de pico largo, luego colocó el pico en su nariz y vertió un poco de agua. ¡Achú! ¡Achú! El pobre Laust comenzó a estornudar aún más fuerte. La sugerencia de Kaino no funcionó.

Desesperado fue a encontrarse con el famoso Poro. Era un viejo y sabio duende del clan Holhooja, encargado del bienestar de los renos. Poro ya se había retirado hacía muchos años y pasaba los días sentado en su hamaca pensando.

“Querido maestro Poro, lamento mucho molestarlo pero tengo un problema serio”.

“¿Qué problema tienes que te preocupa tanto joven reno?, preguntó Poro.

“He sido seleccionado para el equipo que jala el trineo por tres años seguidos por mi sensible nariz que
predice cambios climáticos. ¡Pero me vino un resfrío y ahora no puedo oler nada!”

“Pero el reparto de regalos es hoy”, dijo Poro el duende.
“Lo sé”, contestó Laust. “Por eso necesito mejorarme cuanto antes”.

“Algunas cosas no se pueden apurar” dijo Poro. “Descanso y tiempo son la cura para un resfrío”.
“¿No hay algún tipo de cura milagrosa?” Preguntó Laust con lágrimas en los ojos.

Su desesperación tocó el corazón del viejo duende. Poro se levantó de su hamaca y colocó su mano en la frente del animal.

“No tienes fiebre. ¡Es algo bueno! Creo que tengo la solución para ti… Pídele a un duende Holhooja que te prepare una ración triple de planta mágica. Si puedes comer todo y tomar mucha agua, te sentirás mejor mucho más rápido”.

Con su corazón lleno de esperanza, Laust fue a ver uno de los duendes Holhooja, quien le preparó la comida al reno. Logró convencer que el duende le diera la triple ración de planta mágica, la poción especial que permite que los renos vuelen. Luego tomó cuatro baldes de agua. Al principio Laust se sintió un poco mareado pero la magia comenzó a hacerle efecto. ¡Finalmente podía respirar por la nariz! ¡Estaba muy emocionado!

El pequeño reno llegó justo a tiempo al granero donde Santa estaba dejando listo el trineo para la noche.

“¡Finalmente estás aquí!”, dijo Santa. “Me estaba preocupando”.

“¡Achú! ¡Achú! ¡Achú!”

¡Ay no! Laust se sentía con mucha energía, pero la gran cantidad de planta mágica que había comido tenía su efecto secundario: ¡no podía parar de estornudar!
“¿Está todo bien Laust?” Preguntó Santa muy ansioso.

“¡Achú! Estoy bien Santa, solo estoy estornudando un poco. ¡Achú!”

“¿Estás en buen estado para venir conmigo esta noche?” preguntó Santa.

“¡Absolutamente!” contestó Laust con entusiasmo. “Puedo estar estornudando pero mi nariz aún funciona! ¡Achú!”

“Ven a unirte entonces” dijo Santa. “¡Es hora de partir para la gran entrega de regalos!”

A pesar de sus estornudos, Laust pudo predecir los cambios climáticos y Santa repartió los regalos a tiempo a todos los niños que estaban en su lista de buenos. Hasta el día de hoy, el pequeño reno de nariz sensible sigue siendo parte del equipo anual de Santa. Dicen que aquellos que miran el cielo en Noche Buena, si prestan atención, pueden escuchar un distante estornudo proveniente del cielo estrellado.